Como un mar
te abalanzas a mi orilla
esparciendo
mis arenas consternadas
desbordando
mis peores pesadillas
de olas tristes que se estrellan en la nada.
Te entregaste
al naufragio y la ruina,
escondida en
unos ojos que me miran,
sucumbiendo
a los tifones de retina
en las quejas
de una voz que está dormida.
Te vertiste
como nube derramada
inundando
cada poro de tu alma,
y en el llanto de esa lluvia equivocada
las palabras
se perdieron sin nombrarlas.
Con los ojos me has hablado y en silencio
me has
contado que la noche te ha vencido,
que los
besos que me diste se han perdido,
y nos miran de reojo las esquinas...
y nos miran de reojo las esquinas...