lunes, 8 de marzo de 2010

ABUELA

Te recuerdo en silencio, enjuta y seca. Acercándote a mi por los claroscuros del pasillo o sentada en una silla de enea cerca de la ventana de la puerta de la calle, donde te gustaba ponerte para recibir como un regalo los rayos del sol . La silla ya está vacía y añora tu presencia.



Tu mirada era azul casi transparente y cuando me mirabas sabia que un cielo sin nubes estaba contigo y a mí la lluvia no me mojaba la cara.
Siempre vieja en mi memoria, cuando nací, ya lo eras. Venias de regreso del viaje de tu vida y te sentaste a mi lado a compartir ese parte de tu tiempo que se te escapaba entre las manos y que tu, veías pasar con esa serenidad, que sólo da el saber que tu caminar ha sido pleno aunque lleno de sinsabores.



Tu vida, labradora, madre y esposa en un cortijo preñado de vida , pequeño y orientado al sur, con el suelo empedrado y muros anchos pintados con tierra amarilla el interior y cal por fuera. Techo a teja vana y una pequeña puerta con postigo abierto al mundo.




Cuanto recuerdo de ti se va difuminando con el tiempo.
Mi infancia transcurrió corriendo alrededor de tus faldas viéndote cocinar en la vieja cocina, lavando la ropa a mano en la pila y hablando con el abuelo de cosas que nunca llegué a comprender ni prestar mucha atención, pero lo que si sentí fue que estabais obligados a entenderos,pese a lo diferente que erais.




Sobreviviste a tu hijo mayor y a partir de ese momento tu mirada se perdió en el cielo azul que me brindabas y ya nunca mas volví a sentir la luz de tu alma sobre mí.




Te fuiste una tarde, casi sin avisar, en silencio, y desde ese día algo de mí también se fue contigo...