sábado, 9 de mayo de 2009

EPILOGO



Te busco a cada instante,
y no te encuentro,
mirada de vigía en un silencio.
Los besos que me diste ya están dentro
y tus ojos ausentes no los siento.

Te di cuanto tenia,
ya nada tengo,
solsticio de verano
en cada beso,
sin un corsé que pare
tu aspaviento,
ni rienda que detenga
el sufrimiento.





Irremediablemente, la vida no me besa,
me tira y zarandea en cada paso,
con un rumor de cielo, sosegado,
te vas en el silencio de un abrazo...
de un beso tan profundo como un cielo,
en tu alma errante de consuelo,
tengo que renunciar al juramento
que dijo que lo hiciera mientras viva.






Perdido en el quehacer de una caricia,
envuelto en el decir de un verso amargo
perdida en tu mirada, una mirada.
Pecado de mis huesos inconexos.

1 comentario: