Sin calzado te sigo en tu agonía,
silenciosos los pasos a tu lecho,
los zapatos asidos contra el pecho
y sintiendo en mis pies la losa fría.
Caminando a tu lado me veía
en penumbras notando a cada trecho,
sin poder esconder lo que está hecho,
ni borrar de tu piel la pena fría.
Sigo tu huella de arena mojada.
Mis pies descalzos no se han perdido
tras de tu alma ya liberada.
Mis pies descalzos se han recogido,
Mi queja amarga será apagada
donde está tu pasado y está el olvido.
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